Chorizo, salchichón, mortadela, jamón serrano, morcilla, jamón York, pavo cocido, sobrasada... Existen infinidad de tipos de embutido que prácticamente todos tenemos en la nevera y que igual se convierten en un ingrediente más de una de nuestras recetas, como se convierten junto con un poco de pan en nuestra cena.
Dependiendo de los ingredientes usados, su tratamiento, etc. tenemos:
- Embutido de carne: carne picada que se condimenta con hierbas aromáticas y especias (pimentón, pimienta, tomillo...) que se introduce en piel de tripas de cerdo o, como se hace ya en muchos casos, artificiales. Este embutido son el chorizo, la sobrasada, la butifarra...
- Fiambre: es la carne de cerdo, de vacuno, tocino o mezclas de todos; aves o sus mollejas junto con leche, huevos y especias formando bloques... Los fiambres más conocidos son el jamón de York, la mortadela, el chopped...
- Embutido de sangre: este elemento es el protagonista, pero se le añaden otros como manteca, tocino, productos vegetales... Su principal representante es la morcilla.
- Embutido de vísceras: quizás sean los menos conocidos. Como su nombre indica se hacen con carnes picada junto a vísceras. Destacan aquí las salchichas de hígado.
En términos generales, por tanto, podemos decir que los embutidos son carnes a las que se suele añadir grasas, otros tejidos de las animales y, dependiendo del tipo de embutido, se incorporan también otras sustancias: los aditivos cárnicos (unos mejores que otros). Para asegurarnos de qué aditivos estamos tomando se recomienda leer las etiquetas, pero en general son inocuos. Algunos de ellos que podrás ver en la etiqueta son nitritos, fosfatos (estabilizantes), humectantes (sorbitol), colorantes, conservante... Los dos componentes que muchos de ellos llevan y que son los que siempre han estado en entredicho, son el ácido glutamínico o el glutamato monosódico.
Una forma de evitar estos aditivos es optar por la compra de los embutidos artesanales que venden en muchos pueblos de España. Eso sí, estos pueden acarrear otros riesgos derivados de una mala manipulación o conservación. También, es posible adquirir variedades ecológicas o bio de embutidos en algunas tiendas.
En nuestro país los embutidos forman parte de la tradición gastronómica y por ello no tenemos por qué eliminarlos de nuestra dieta a pesar de que sí es cierto que tomados en grandes cantidades elevan el colesterol 'malo'. Por ello, para disfrutarlos sin problemas, lo mejor es comerlos de forma ocasional. El mejor de todos a nuestro alcance, tanto por su extraordinario sabor y porque es 100% natural es, sin duda, el jamón ibérico. Los demás, si tenemos la etiqueta a mano, es mejor que sean elaborados con carnes magras, bajos en sal y con pocas grasas saturadas.
¿Qué embutidos tienes en tu nevera? ¿Cuál es tu preferido?
Dependiendo de los ingredientes usados, su tratamiento, etc. tenemos:
- Embutido de carne: carne picada que se condimenta con hierbas aromáticas y especias (pimentón, pimienta, tomillo...) que se introduce en piel de tripas de cerdo o, como se hace ya en muchos casos, artificiales. Este embutido son el chorizo, la sobrasada, la butifarra...
- Fiambre: es la carne de cerdo, de vacuno, tocino o mezclas de todos; aves o sus mollejas junto con leche, huevos y especias formando bloques... Los fiambres más conocidos son el jamón de York, la mortadela, el chopped...
- Embutido de sangre: este elemento es el protagonista, pero se le añaden otros como manteca, tocino, productos vegetales... Su principal representante es la morcilla.
- Embutido de vísceras: quizás sean los menos conocidos. Como su nombre indica se hacen con carnes picada junto a vísceras. Destacan aquí las salchichas de hígado.
En términos generales, por tanto, podemos decir que los embutidos son carnes a las que se suele añadir grasas, otros tejidos de las animales y, dependiendo del tipo de embutido, se incorporan también otras sustancias: los aditivos cárnicos (unos mejores que otros). Para asegurarnos de qué aditivos estamos tomando se recomienda leer las etiquetas, pero en general son inocuos. Algunos de ellos que podrás ver en la etiqueta son nitritos, fosfatos (estabilizantes), humectantes (sorbitol), colorantes, conservante... Los dos componentes que muchos de ellos llevan y que son los que siempre han estado en entredicho, son el ácido glutamínico o el glutamato monosódico.
Una forma de evitar estos aditivos es optar por la compra de los embutidos artesanales que venden en muchos pueblos de España. Eso sí, estos pueden acarrear otros riesgos derivados de una mala manipulación o conservación. También, es posible adquirir variedades ecológicas o bio de embutidos en algunas tiendas.
En nuestro país los embutidos forman parte de la tradición gastronómica y por ello no tenemos por qué eliminarlos de nuestra dieta a pesar de que sí es cierto que tomados en grandes cantidades elevan el colesterol 'malo'. Por ello, para disfrutarlos sin problemas, lo mejor es comerlos de forma ocasional. El mejor de todos a nuestro alcance, tanto por su extraordinario sabor y porque es 100% natural es, sin duda, el jamón ibérico. Los demás, si tenemos la etiqueta a mano, es mejor que sean elaborados con carnes magras, bajos en sal y con pocas grasas saturadas.
¿Qué embutidos tienes en tu nevera? ¿Cuál es tu preferido?
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