Τρίτη 12 Απριλίου 2011

SIN VALENTIN

 
 
Nunca llego a San Valentín. Los amores de verano terminan cuando empieza febrero y los más duraderos nunca pasan de diciembre. Pero la fiesta de este santo nunca se me pasa por alto, aunque lo de ”San” signifique poco y nada para mí.
He aquí la duda. A qué bando pertenecer. Están los que ese día compran cajas de corazones, recitan poemas de los que vienen dentro de los chocolates de corazones y atacan las florerías con miedo de quedarse sin siquiera una margarita. Esos son los que están enamorados y tiene a quien agasajar con su sueldo de mitad de mes. 
También están los otros, ”la contra”, los que sin importar si su amor tiene destino o no, materializar sus sentimientos a partir de la plata les resulta absurdo. Son los que defienden su postura con frases como ”el día de los enamorados no existe, son todos los días” o ”esto es una mentira más del capitalismo para que gastemos en cosas absurdas y sin sentido”. 
Bien, nos queda el tercer grupo, el de los que ni recuerdan la fecha y el 14 de febrero es un día más como cualquier otro.
Del primer grupo me excluyo por razones obvias, salvo que me autoregale algún osito de peluche o un chocolate de esos que superan el tamaño de mi bolsillo.
El segundo grupo depende del estado de ánimo que tenga el día de la fecha. Aunque los corazones con inscripciones como ”te amo” o ”siempre estaré a tu lado” no combinan con la decoración de mi cuarto, tampoco me da la cara para comprarlo y pedir que lo envuelvan para regalo.
Y está el tercer grupo, el de ”no me acuerdo”, al cual es difícil pertenecer por que las publicidades en la calle, los clasificados especiales donde la gente se declara su amor en formato telegrama, y los pasacalles que chorrean sentimentalismo, no me dejan olvidarlo.
La cuestión es que en el día de San Valentin, para las solteras, solteronas y solteritas, la mejor opción es juntarse con amigas que estén en la misma situación. No importa si es sushi, empanadas o pizza. El elemento es la charla. Hace poco, una de mis amigas me envió uno de esos mails en cadena tan odiosos. Como en el asunto pedía que por favor lo leyéramos, y mi amiga no es de llenar la casilla con mails basura, acepté el trato. El mail era la desgrabación de una conferencia en la prestigiosa Universidad de Standford, ahí una disertante hablaba acerca de los beneficios de la amistad femenina: ”Pasar tiempo para las amigas nos ayuda a fabricar más serotonina, un neurotransmisor que ayuda a combatir la depresión y puede producir una sensación general de bienestar. Dedicarles tiempo es tan importante para nuestra salud como ir al gimnasio”.
Es por eso que la mejor opción para las ”soy sola”, no está en los primeros tres grupos. A lo sumo, nos regalaremos cajas de bombones con forma de corazón entre nosotras y, panza para arriba, disfrutaremos de uno de los amores más poderosos que existe, la amistad.

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